ACOMPAÑAR PARA TRANSFORMAR EL SUFRIMIENTO EMOCIONAL

José Luis Guinot Rodriguez

Valencia 12 de abril 2020. Semana 4 de aislamiento

Estamos viviendo una experiencia única que va a marcar el futuro, que va a dejar una impronta en varias generaciones. La pandemia está provocando sufrimiento en muchas dimensiones. La persona es única, pero se puede mirar desde distintas perspectivas que nos caracterizan como humanos. La dimensión física se ve amenazada por la enfermedad y el dolor. Pero esta crisis sanitaria no se caracteriza por afectar profundamente al cuerpo y deteriorarlo. Los miles de muertes  y de ingresos en situación de gravedad son ciertamente impactantes, pero de los 25000 sanitarios contagiados menos del 1% ha fallecido, lo que indica que posiblemente hay quizás diez veces más contagiados en la población general a la que no se han hecho tantos test. Y podemos esperar que durante meses seguirán habiendo casos, pero, con el esfuerzo de medidas de protección personal y colectiva, con una intensidad que sea asumible por nuestro sistema de salud. El dolor físico y el sufrimiento por la enfermedad son evidentes, pero están afectando a un porcentaje pequeño de personas en nuestro país.

La dimensión emocional está siendo mucho más alterada, pues está afectando a millones y millones de personas. Las emociones son nuestra manera de reaccionar frente a los estímulos externos, y en un primer momento provocan malestar, susto, pena, miedo, llanto, confusión, desencanto, rechazo, enfado, asco, o bien asombro, ilusión, risa, paz, gratitud, bienestar… Esa reacción inicial, que podemos experimentar al oír una noticia, hablar con alguien o asomarnos a aplaudir, es interpretada por cada uno de forma diferente. Según las experiencias previas, según nuestros planteamientos vitales, en función de cómo hemos superado situaciones similares, damos un significado u otro, y dejan en cada uno un sentimiento que es la emoción elaborada, consciente o inconscientemente, que es duradero. Ese sentimiento es el que da lugar a la actitud que escogemos ante el acontecimiento que nos afecta.

Tras un mes de cambio vital en toda la sociedad, hay sentimientos de cansancio, agotamiento, incertidumbre, vulnerabilidad, miedo, impotencia, tristeza, incluso de ira y rabia. Son sentimientos negativos, en cuanto nos producen sufrimiento. Todo sufrimiento es siempre una alerta de algo que no va bien, como el dolor avisa de que algo no funciona y requiere hacer algo para solucionarlo. Un primer ejercicio que podemos hacer es examinar cuales son nuestros sentimientos, para saber qué es lo que no va bien, qué es lo que nos causa ese malestar emocional, ponerles un nombre, afrontar la realidad de lo que nos sucede. Porque en ese momento podemos enfrentarnos y decidir actuar, hacer algo para cambiar lo que nos angustia. Si no, el sufrimiento se hace crónico, se convierte en una enfermedad. Y eso desencadena sentimientos mucho más preocupantes. El miedo se transforma en pánico, la decepción en frustración, la tristeza en abatimiento, la rabia en resentimiento y hostilidad. Hemos de hacer lo posible para usar esos sentimientos, que nos invaden negativamente, como un trampolín para actuar, un acicate para dar un giro a nuestra forma de vivir, transformando el sufrimiento emocional en amor concreto y práctico a quienes nos rodean, una tarea a desarrollar, una actitud de reto y lucha.

¿Pero de dónde sacamos las fuerzas?

Los seres humanos no estamos solos, necesitamos del otro, del contacto y afecto de otras personas con las que compartimos la vida. En el ámbito familiar, laboral, social, de ocio, de proyectos, compartimos experiencias que nos hacen ser algo más juntos que cada uno aislado. Como sociedad, cada vez más interconectados, estamos pasando ya de una visión individualista a una colectiva, vamos reconociendo que nos realizamos en la medida que formamos parte de un proyecto compartido, de un “nosotros”. El sentimiento negativo es algo personal, que cada uno experimenta, pero enfrente de mí, a mi lado, tengo otras personas con sus propios sentimientos y debilidades, cada uno luchando por escoger su mejor actitud para afrontar las adversidades.

Con los pacientes de cáncer siempre decimos que hay dos pilares para el afrontamiento, uno es la actitud, que es individual, y el otro es el apoyo, que es colectivo. Es esencial que ante la incertidumbre del futuro y el malestar emocional que la pandemia de COVID-19 ha instalado en nuestras vidas, busquemos el apoyo de personas que nos ayuden a cambiar la actitud ante los sentimientos que nos provocan sufrimiento emocional. Y cada uno que apoya debe ser a su vez apoyado. Es un acompañamiento mutuo que refuerza la capacidad de resiliencia, de resistir y llegar a ser capaces de resurgir más fuertes, más conscientes, más realizados cuando la crisis llegue a su fin.

Viktor Frankl plantea que si vemos a una persona como es, encontramos todas sus debilidades, pero si ponemos de relieve lo que puede llegar a ser, la potenciamos al máximo. El acompañamiento que hacemos en la Asociación Viktor Frankl desde hace años ante situaciones de pérdida y de duelo, es sobre todo este apoyo emocional. Tratamos de ser ese reflejo en el que ayudamos a que la persona se vea a sí misma y descubra sus capacidades para afrontar y encontrar un sentido a su vida con las circunstancias que le afectan en el presente. La logoterapia es una llamada a la responsabilidad. No podemos resolver los problemas de los demás, pero podemos darles herramientas para que sean capaces de salir adelante a pesar del sufrimiento, o incluso por medio del sufrimiento.

Estamos viviendo muchos duelos, algunos muy reales e inmediatos por muerte de seres queridos, que van a requerir un gran apoyo por psicólogos y otros profesionales. Esa labor sigue siendo esencial. Pero la mayoría de las personas estamos viviendo un duelo anticipado ante lo que está por venir. Si no lo gestionamos bien, pueden atraparnos los sentimientos negativos que nos dejan en la inacción. Ser conscientes de la dura realidad que aún ha de venir, a nivel mundial, debe prepararnos para responder con serenidad a cada nuevo reto, transformando ese sufrimiento emocional con el apoyo de otros. Una primera y esencial tarea, de las muchas que nos esperan, es comenzar ya ese acompañamiento y apoyo a quien tenemos cerca para vencer el desánimo y conseguir una actitud resiliente, y ser más capaces de encontrar un sentido a esta tremenda experiencia que estamos viviendo.

José Luis Guinot Rodríguez
Médico Oncólogo
Presidente de la Asociación Viktor E Frankl de Valencia

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